En clave de western
Pasa, sacúdete el polvo y siéntate. Echa un trago, al primero invita la casa. Y no te preocupes, olvida las armas, aquí la pólvora solo arde en las historias.
Sed
—Pasa amigo! Acércate, te veo perdido. El tipo caminaba con la vista disparando a los pies, esforzándose solo de vez en cuando en alzar la vista
Nuevas armas
Siseaba incandescente y, entre el humeante olor a tabaco, se intuían las arrugas marcadas de rostro ancho repeinado, labios exiguos y ojos omnipresentes. —Descubre algo reprobable.
Otras postas
Atusó bigotes entre pulgar e índice, mientras un par de ojos saltones asaltaban aquel lugar. —Abandone, sheriff. No hay nada más que decir; nada que hacer.
Tierras
Podríamos haber dado media vuelta a la primera. Podríamos haber ido a otro lugar. Podríamos haber abandonado a la segunda o la tercera. Pero seguimos. Porque
Sendas
Unos llegan al este, buscando una vida. Otros excavan al oeste, para comprarse otra. Y hay quien sale del camino, hacia lo natural y salvaje, donde
Actitud
No era muy conocido. Los pocos que se tropezaron con él, y siguieron con la costumbre de respirar, juraban que nunca fallaba ni tampoco alardeaba de
La línea
Al bajar del tren se expandió el espacio: del habitáculo del vagón a las paredes de la estación, de estas a la calle de la pequeña
Sirenas
Sol por todos lados; solo la sombra de su sombrero. Nada a un lado; nada al otro. Irradia un calor implacable. Hierve la arena; crujen las
El viejo del oro
Consiguieron la conversión final y transformaron el plomo en oro… Mucho oro. Eran 6 y cayó el último víctima de la ira incandescente del sheriff y