Jordi contreraS

Evoco contextoS

Sonchus tenerrimus, cerraja menuda, llicsó de paret, cerraja tierna

La pequeña de las cerrajas, crece en lóbulos verdosos, rosetas terrestres y hojas divididas, para alcanzar la cima con tiernos y fuertes tallos rojizos, donde desplegar sus soles amarillos.

Se trata de una planta herbácea anual o bienal de la familia de las Asteraceae que alza sus tallos erectos con surcos longitudinales, rojizos tiernos y huecos, hasta alcanzar alturas de entre 20 y 50cm.

Está presente en toda la Cuenca mediterránea hasta Pakistán y parte de África. Además ha sido introducida en América y Australia. Crece en terrenos alterados, campos de cultivos y margenes de caminos.

Sus hojas están extremadamente divididas y presentan segmentos normalmente independientes, en ocasiones pilosas y angulosas. A menudo presentan una roseta basal que surge en su fase de crecimiento inicial. Las hojas caulinares se abrazan al tallo y conforme crecen presentan su característica división lobulada.

Durante todo el año brotan sus inflorescencias de cintas amarillo intenso en forma de capítulos o cabezuela, pedunculadas y con brácteas herbáceas más grandes del exterior al interior.

Su fruto es en forma de cipselas de color pardo con de 3 a 4 costillas longitudinales coronadas por un vilano de finísimos pelos blancos.

El término Sonchus proviene del griego y es utilizado ya por Plinio el Viejo para designar a este tipo de plantas.

El epíteto tenerrimus proviene del latín tener que significa tierno o delicado, en referencia a las hojas cuyo aspecto contrasta con el del cerrajón.

La cerraja menuda, cerraja tierna o llicsó de paret, tiene propiedades hemostáticas y cicatrizantes, además de combatir el ardor de estómago y también el ácido úrico o las afecciones del riñón mediante sus raíces.

En gastronomía se consume cruda, normalmente en ensalada y también hervida en distintos guisos y platos de cuchara. Además es muy apreciada por varios tipos de aves.

Pero, como siempre, su principal beneficio es el de arraigar en aquellos terrenos en los que lo verde había perdido la batalla, al haber sido removidos, erosionados o excavados por el hombre. Forman parte de ese grupo de flora colonizadora que recupera territorios perdidos, arraigando y agarrando la tierra.

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