Jordi contreraS

Evoco contextoS

Salvia

Salvia nació en los fértiles campos de Ivydale. A diferencia de los tallos que crecen y granan hasta sobrepasar sus muros, Salvia prefería pasar los días entre cuatro paredes, acompañada de los códices y rollos que sus padres acumulaban en casa. Disfrutaba descifrando las letras, recorriendo las mil y una páginas bellamente decoradas.

De tal modo se introducía en aquellas historias, cuentos y leyendas que a menudo el sol la abandonaba y continuaba sus viajes a la luz de una vela a través de una redoma transparente llena de agua para agrandar los textos.

Apenas dejaba aquella sala en contadas ocasiones, como cuando en época de cosecha todo el pueblo acudía a separar el grano de la cáscara para preparar lo que supondría su propio alimento y la futura venta a otros asentamientos.

Sus padres admiraban el ansia con la que devoraba los escritos, pero estaban preocupados por el poco interés que su hija tenía por el mundo exterior.

La casualidad quiso que cierto día la joven Salvia diera con un tomo un tanto diferente a los que había leído hasta entonces: “Catálogo de granos y otros cultivos” de Walmond de Ivydale. Por supuesto no fue el título lo que despertó su interés, sino lo cuidada de su encuadernación y, aún más, las bellas y rigurosas ilustraciones que jugueteaban en su interior, pues granos y plantas brotaban por las páginas internándose entre las letras. Observó la delicadeza del trigo y la resistencia del centeno. Observó al detalle la forma de la cebada, la avena y el alforfón, además de comprender el porqué y el cómo de la germinación, el crecimiento y su fructificación. Supo, en definitiva, que aquello estaba vivo y cómo actuaba para seguir adelante.

Al volver a los campos vio todo de otra forma y se sorprendió al comprender lo que aquellas plantas hacían para vivir, lo que esto significaba para su entorno y todo lo que suponía su mera existencia. Fue entonces cuando descubrió que lo que los libros contaban tenía un reflejo, más o menos literal, en la vida real.

Cuando el catálogo de Walmond comenzó a mostrar heridas en su cubierta fruto del uso intensivo, Salvia dio un paso más allá y acogió el “Herbario de Los Territorios Ratón” de Tinble de Elmoss, un compendio de las plantas más características desde el mar del norte a los confines del sur y de una a otra frontera de olor.

Pronto en casa de Salvia los ruegos para que saliera se convirtieron en voces de llamada para cenar al acercarse el ocaso; pues ahora todo lo que había en el mundo tenía otro aspecto y se revelaba increíblemente interesante. Las horas se le pasaban con su libro a cuestas buscando todo lo que leía hasta el punto que pronto pasó más tiempo fuera que dentro; como si todos aquellos años de reclusión no hubieran sido sino una preparación para lo que estaba ocurriendo.

El tiempo pasó, la nieve cubrió varias veces la tierra y aumentaron la sed de búsqueda y las zonas de exploración. Salvia solía ofrecerse a los grupos de comerciantes y otros viajeros como forrajeadora, aprovechando esos viajes cercanos, además de para ganarse un jornal, para aumentar sus conocimientos. Y al conocimiento de las plantas se le unieron los relativos a las bestias de plumaje, de pelaje y de escamas. Tal llegó a ser su buen hacer, que se convirtió en una de los referentes de la zona: alguien con quien contar si se quería viajar viviendo de lo que diera el camino.

Varios inviernos después, dos Guardianes, un tipo sonriente llamado Thyme y una tal Laurel que miraba todo como si quisiera grabarlo en su mente, habían llegado para escoltar un cargamento de grano y preguntaron por ella. Salvia demostró no solo sus conocimientos y habilidades, sino su pasión por todo cuanto vivía y crecía. Thyme le comentó que habían oído hablar de ella, que todo cuanto había visto superaba lo contado y que le encantaría tener una Guardiana a su lado como ella. Pasaron unos días hablando de la Guardia, de lo que suponía ser Guardián, de su patrulla llamada los Salvajes y de la vida en el camino. Se despidieron una mañana de cielo claro y brisa fresca. Al verlos partir, dentro de Salvia se entremezclaba la alegría de los buenos días pasados y ese vértigo fresco de cualquier inicio que no tiene definido un final.

La siguiente primavera, Salvia decidió que abandonaría su hogar para dirigirse a la sede de la Guardia. Sus padres se despidieron de ella con una mezcla de sorpresa, ánimo e incredulidad. Apenas habían percibido la joven que crecía dentro de aquella niña que no alzaba más de dos dedos por encima de los libros que solía leer. Al verla allí en pie, dispuesta a marchar, algo se estremeció dentro de ellos, no tanto por la pérdida, como por la decisión que había en su mirada y que hizo más fácil ofrecerle lo último que les quedaba por darle: una de las hoces que tanto se utilizaban en Ivydale, especialmente fabricada para ella: fuerte, resistente, bien afilada, con su inicial grabada, para recolectar y para enfrentar cualquier peligro con la decisión del corte limpio y certero. Salvia comprendió y la acogió con la misma ceremonia con la que fue entregada, de forma que no fue necesaria despedida ni agradecimiento; tan solo un abrazo, que tanto podría haber sido un adiós, como un simple hasta luego.

Cruzó por primera vez los muros de Lockhaven donde se puso al servicio de Moira, la maestra herbolaria, y con ella profundizó sus conocimientos y aprendió los secretos de la sanación, revelándose como una alumna aventajada.

Tras su periodo de aprendizaje fue recogida por Thyme para entrenarse como Guardiana en el camino, tal y como hacían los Salvajes. Junto a ellos vio plantas de cada uno de los rincones de Los Territorios y desarrolló sus conocimientos como sanadora.

Regresó a Lockhaven para ser nombrada Guardiana y obtuvo la capa del color verde blanquecino de las hojas de la planta que le da nombre; el mismo nombre con el que ingresó en la patrulla de Los Salvajes, como planta curativa que es, y con él que traspasó una vez más los límites conocidos cruzando la frontera sur de Los Territorios junto al resto de Salvajes y cuyos descubrimientos quedaron registrados en el libro “Viaje más allá de Willowroot”.

HOJA DE PERSONAJE

Nombre: Salvia

Edad: 18

Hogar: Ividale

Rango: Guardiana

Capa: Verde blanquecino

Padres: Aengus y Dalia

Maestro artesano: Moira

Mentor: Thyme

Amigo: Árnica

Enemigo: Ágata

Creencia

Cuidar siempre del enfermo y el herido.

Instinto

Buscar cualquier solución antes que combatir.

Frases

Atacamos porque tememos y, en ese miedo, destruir nos parece la única opción de conseguir la paz.

Las plantas hablan, nos cuentan todo lo que pasa donde viven, solo hay que saber escucharlas.

Equipo

Hoz

Rasgos

Compasiva 2, Trabajadora 1, Tranquila 1, Silenciosa 1.

Aptitudes

Naturaleza: 5, Recursos: 3, Voluntad: 3, Círculos: 3, Salud: 5

Habilidades

Sanadora 3, Boticaria 3, Insectrista 3, Archivista 3, Superviviente 4, Oradora 2, Recolectora 4, Exploradora 3, Erudita 3, Pionera 2, Saber (plantas) 3, Saber (animales) 2.

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