—Como te digo, un colono. Ni pistolero ni guerrero ni soldado ni cazarrecompensas ni forajido… ni siquiera un tahur, un médico o un charlatán… se plantó en que quería un colono, “porque me gusta” decía.
—¿Y qué tal fue?
—Pues la versión corta se resume en una Habilidad. La larga es que cuando se nos jodió el eje del carro, cuando hubo que cocinar sin leña, cuando perdimos la herradura de uno de los caballos, cuando, en definitiva, había que apañárselas sin nada, a golpe de inventiva, entonces todos mirábamos al maldito colono que nos dejaba bien claro que a veces más vale Maña que pólvora y que, como nos soltó quedándose más ancho que largo, “en el oeste hay unas ocasiones contadas en que se trata de matar o morir, pero mientras tanto hay que saber hacer las cosas”. Y el Dj le dio puntos por ello.
A esos bardos, eruditos, artesanos, nativos obstinados y tantas otras clases o profesiones que parecieran fuera de lugar.
Buen enfoque y partida.