
Soy fan de Mouse Guard y no es por los ratones, de hecho es un animal que nunca llamó mi atención, ni para mal ni para bien.
Me acerqué a la obra de David Petersen por esas ilustraciones que, «debiendo» ser infantiles, mostraban un punto realista, no exento de crudeza, maridando a la perfección lo confortable y cercano con lo natural, salvaje y épico. Algo así como El libro secreto de los Gnomos, La Colina de Watership o aquel capítulo, oscuro y extraño, de El viento en los sauces en el que los personajes se encuentran con el dios Pan. Con eso en mi cabeza, sin haberlo desmenuzado aun, abordé las páginas del cómic y descubrí con alegría el sólido esqueleto medieval.
Al pasar las páginas, descubrí que el mundo de ratones de Mouse Guard tiene la ausencia magistral del ser humano y al sacarnos a nosotros de la ecuación, nosotros por defecto nos convertimos en ellos; y, en ocasiones, en lo que podríamos ser o haber sido.
De ahí pasé a mi regreso activo al rol, hace más de cinco años (aunque ningún rolero deja de serlo), y, mientras jugaba y preparaba partidas, pude pasearme más detenidamente por el mundo de La Guardia de los ratones.
Hace tiempo ya comenté lo que supone encontrar pepitas de oro en una obra sin que el autor indique nada al respecto ni avise al viajero; para que lo encuentre quien busque cuando quiera, porque todo tiene más de una lectura.
Hoy me vengo aquí porque hace poco que me he encontrado un vídeo donde Petersen muestra una de sus maquetas de cartón. Cuando me enteré de la existencia de estas por primera vez me maravillé, vaya por delante que no soy fan de hacer maquetas de cartón, pero el hecho de crear algo para poder ver distintos puntos de vista, visualizar cómo incide la luz y las posibles posturas de los personajes, me fascina. Se trata de la creación experimental y eso lo celebro y comparto.
En un mundo de IAs y creaciones automáticas, tanto esfuerzo para 5 o 6 viñetas, o 12 o 10, no tiene sentido, pero es que no todo es eficacia ni todo esfuerzo debe revertir en un beneficio directo. A veces es pasión, ganas, dedicación; eso sí crece con cada hora invertida y, como el tiempo de las plantas, aunque parezca no avanzar directamente, luego multiplica, vertebra y engrandece el universo propio, le da forma, color, sentido… y profundidad.
Eso es lo que hace que cuando se lean obras como Mouse Guard sepan siempre a algo más, aunque no se sepa por qué.
Así que no es por los ratones ni por las maquetas de cartón; sino por lo que esos ratones y esas maquetas, entre un largo etcétera, hacen que sea y sepa la obra entera.
Es por eso que soy y seré fan de la Guardia.
Salud. The Guard Prevails.