En el rol todo toca números: Habilidades, Caraterísticas, dificultades, bonificadores, penalizadores, bonus, malus, “regulerus”… todo para otorgar el sacrosanto Valor Total a tirar.
Con esa cifra preevemos qué tal va a ir: porcentajes, puntuaciones, valores, probabilidades… Es La Estadística quien revela lo adecuado de jugársela a tirar o quedarse cada uno como está.
Lo que pasa es que al final tiramos con todo bien atadito y se va al carajo, o bien rodamos dados dándolo todo por perdido y suenan los cánticos del azar. No falla, con toda la ciencia de nuestra mano, suele romperse la lógica.
Y a uno le viene a la mente cierta frase del señor Pratchett:
“Los científicos han calculado que la probabilidad de que ocurra algo tan patéticamente absurdo es de una entre un millón. Pero los magos saben que las probabilidades de una entre un millón se cumplen nueve de cada diez veces.”
Vamos, que ya puedes acumular todos los bonifiicadores del mundo que como esté de que no la cosa, al final toca fallar. Y de igual modo, cuando arrancas los dados con más ímpetu, valor, sinsentido o cabezonería que matemática, resulta que a veces salta la liebre y todo acaba saliendo genial.
Ahí entra la superstición del gremio. Claro, con tanto mago, brujo, curandero, shaman, broker, influencer o hechicero no podían faltar los ceremoniales, rituales y pases mágicos para intentar invocar vete a saber tú que ente y que surja lo que toca sobre la mesa.
Al final depende mucho de a qué. Porque en algunos juegos no soltamos dados hasta que sumemos todo lo sumable, modificable, sacrificable y gastable, teniendo en cuenta las excepciones necesarias para rascar otro +1 con el que descartar casi al completo el fallo. En otros buscamos el equipo adecuado para pasear por el armageddon como si de un paseíto de playa en invierno se tratara. Los hay que no tiran, que se niegan, ¡ea!, y preparan su Tirada de Calidad Hom-maquiana o ingenian los mil y un caminos para sacar la tirada de forma automática… total, no se falla cantando dos cañones de escopeta a tres palmos de un forajido. Hay ratones cabezones que tiran sabiendo que si fallan los dados, lo sacan con los bigotes, las zarpas o lo que se tercie, cueste lo que cueste. Y los hay finalmente, pobrecicos míos, quienes sonríen como si cayeran dados del cielo al ver en su ficha un generosísimo 30%. Claro que siempre queda el Fanhunter, donde tiras y casi que da igual, porque salga lo que salga se va ir todo de madre.
Así que, querid@ roler@, te enfrentes como te enfrentes al azar, recuerda que hay formas de arrimar el ascua a su sardina y que si no hay manera de conseguir una tirada decente, siempre te queda el recurso de la probabilidad absurda; aunque a veces todo salte por los aires cuando alguien dice todo convencido: “y esto se hace así”.