En todos los grupos suele haber más de un Master, Narrador, DJ o Evocador, pero hay uno entre ellos que es el que suele dirigir. Ese que gruñe y reniega por la faena que da y lo que cuesta de criar el resto de jugadores. Pero que, a la hora de la verdad, le encanta. Y es que suele salirle solo.
Seamos honestos. en algo que se hace por gusto, el papel que ostenta uno suele ser aquel en el que mejor se lo pasa y, la mayoría de las veces, el que se le da mejor.
Y a pesar de todo, se queja y dice que nunca juega… solo hay que verlo cuando al fin consigue su objetivo, carga dados y desenfunda un personaje. Entonces, pobre del otro Evocador…
Es como llevar de copiloto a alguien que siempre va agarrado al volante. Mira constantemente a la carretera, emitiendo quejidos y contorsionándose para alcanzar un inexistente pedal de freno, mientras sueña con tener un volante para recuperar el control.
Lo cierto es que aunque la carreta sea la misma, cada uno elige cuándo y cómo tirar de las riendas.
Quizás seas tú uno de esos… pues bien, cuando te pase, porque pasa, cuando te veas lejos del todo, centrado en un solo personaje, debes recordar que si el que conduce aún está vivo, será que no lo hace tan mal.
Y si aún así no hay manera, hay algo que nunca falla: cuando más inquieto estés, cuando más te pique interceder, recuerda lo que es ver a alguien trastocado en la mesa sin lograr que entre en materia. Ya que esto es rol, haz un esfuerzo y suelta las riendas; deja de frenar lo que ya no puedes y déjate llevar.
Se trata de disfrutar, de volver a reducir el punto de vista y preocuparte solo de tu personaje, de sentir y vivir a través de él, porque durante lo que dure la sesión ya no tendrás control del mundo, pero tú serás ella o él.
Un saludo, viejo Evocador, y feliz inmersión.