Existe algo en esto del rol que lo hace diferente y, a pesar de no ser necesario nada especial para jugar, genera una experiencia y cercanía que difícilmente otros juegos pueden reproducir.
Una vez vencemos la estupefacción de vernos ante una mesa con papeles y un puñado de dados (a veces incluso con figuras y mapas raros), cuatro o cinco personas mirándonos con cara de “¿cuándo empieza esto?”… una vez pasamos de todo y creemos que realmente creamos, entonces es cuando se genera el ambiente, cuando todo toma forma y color y aquello que parece extraño, ridículo o absurdo va cobrando sentido.
Al final es un proceso sencillo que requiere de nuestra voluntad y pacto ficcional. No es difícil, lo llevábamos haciendo toda la vida, cuando de pequeños jugábamos y lo que había fuera se emborronaba, quedaba a años luz y solo lo que estaba pasando ante nosotros era lo importante, lo relevante, lo real.
Solo se trata de imaginar.