Cada uno tiene su forma de hacer las cosas. Personalmente me gusta crear jugando y colocar pequeñas pepitas de oro por el simple gozo de que estén. Guiños sutiles, para nadie o para el que quiera buscarlos, que dan cuerpo y coherencia (al menos para mí) a lo que hago y ofrecen la otra dimensión de la relectura.
Mouse Guard es una obra que tiene mucho de eso; y por eso la disfruto. Alguna vez se ve una tímida publicación con un paisaje o una colmena a partir de lo cual tomará forma una nueva ilustración. Un día te enteras de que su autor se dedica a diseñar e imprimir en papel todos los edificios que va a dibujar, de forma que pueda verlos antes en 3D…
A veces, simplemente estás disfrutando del cómic, inmerso en esa dimensión de naturaleza medieval a ras de suelo, cuando, como inicio de uno de los capitulos, te salta el sabor a “Tablas del canon” del folio 5r del Libro de Kells…
Y uno no puede evitar sonreír, admirar la pepita de oro y quitarse el cráneo si no se es de sombrero.