Jordi contreraS

Evoco contextoS

Fronteras

Cuando hablamos de viajar, siempre miramos al cielo, al mar, al horizonte; pero pocas veces miramos hacia ese espacio insondable que somos nosotros mismos.

Utilizamos las etiquetas para “comprender” lo que tenemos delante con solo echar un vistazo. Como esa sinopsis que buscamos tras el libro para saber qué tenemos entre manos.

Mas, por muy buena que sea esa sinopsis, jamás podrá contarlo todo. Habrá mil aspectos, esos que interpretamos nosotros, los que escribimos en parte en nuestra mente al leer, que no se pueden encerrar en un solo texto.

Y pese a todo, nosotros mismos usamos etiquetas para generar la ilusión de conocernos unos a otros, que, al igual que esas sinopsis, son ventanas por las que asomarnos y ver una parte de lo que hay dentro: que se contrae y se expande: que, manteniendo su esencia, muta y es por tanto inabarcable; salvo que lo vayamos viendo a lo largo de ese tiempo que solo ofrecemos a aquello que verdaderamente nos interesa.

Mis ventanas son de Colono, de Druida y de Evocador. A ellas me asomo igual que a ese humus donde germinan las historias. Y me muestran imágenes de adaptación, de independencia, resistencia y rebrote, de raigambre en el medio, de relacionar, ensoñar y proyectar ensoñaciones: de crear en grupo e improvisar.

Pero solo son ventanas.

Pasamos la vida aprendiendo. Y con cada asombro, un nuevo haz de luz pasa a través de ellas mostrando otro aspecto, otro tono de lo que hay dentro, que siempre se relaciona y encaja a la perfección; pese a ese matiz diferente, o quizás justamente gracias a él.

Algunas ventanas se cierran para siempre hasta que caen; otras quedan latentes porque a veces es necesario no asomarse en un tiempo y volver cuando realmente se quiere. Entonces, aquello que nos parecía obsoleto parecerá distinto porque pese a entrar la luz por el mismo lugar, veremos diferente lo que hay dentro.

Al final, el reto es coger aquello que nos encierra, limita y/o gusta: algoritmos y etiquetas; pasatiempos, actividades e intereses y aprovechar ese ímpetu para usarlo como ventanas a algo mucho más grande que somos nosotros mismos. De manera que sean las jaulas, las cajas fuertes, las que sirvan de llaves.

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