Ha llovido mucho desde que empuñara por primera vez los dados.
He estado en mesas de juego con amigos y en clubes (mi primera partida “oficial” fue al aquelarre, de mano del extinto club Roby, en un stand de la valenciana expojove del 95).
He jugado en internet mediante aquel IRC en el que todo lo que veías eran letras donde la imaginación campaba a sus anchas, con la facilidad tremenda de abrir varias salas en una misma partida y un script increíble para lanzar dados en los sistemas que te diera la gana (bendito Stormbringer).
He jugado 24 horas seguidas una vez por verano con gente que no se había sentado a bordo de una mesa antes y demostraba que en esto todos juegan magníficamente si se tienen ganas.
He compartido mesa con “chicas” (cuando parecían extrañas al medio) y comprobado cómo aparecían matices nuevos en aquello que construiamos sobre la mesa.
He estado en algunas de aquellas convivencias lúdicas nacionales (CLN) montadas por gente de la afición. Recuerdo Granada, Errentería, Gijón y Algemesí; aunque algunas cambiaran de nombre. lo importante para los que acudíamos era que ofrecían la oportunidad de ver a otros que también empuñaban dados; de ir con los tuyos, de ver a aquellos con los que creabas historias detrás de las letras y de conocer a nuevos, jugadores o evocadores, con los que poder conducir partidas o disfrutarlas.
Ha llovido, pero de vez en cuando te encuentras con algún recuerdo de aquella época y uno no puede evitar sonreír porque esta afición empezó arrinconada, fue denostada y, sin embargo, si siguió adelante no fue por ningún milagro; sino por la sencilla combinación de esos pequeños grupos con ganas de pasar un buen rato y de algunos cafres que se liaron la manta a la cabeza complicándose la vida a nivel nacional.
Si miro la foto que cargo en el tambor de esta entrada, me doy cuenta de que esas cosas que nos dan vidilla siempre han estado allí y que todo cuanto haces sirve y aprovecha de alguna u otra forma, al menos, para cargar la munición de uno mismo.
Felices recuerdos, mejores partidas y que, rueden como rueden los dados, aprovechemos la tirada.