Jordi contreraS

Evoco contextoS

SistemaS

Desde que empecé en esto del Rol, me llamaron la atención los sistemas: los porcentajes del Runequest, Cthulhu, Aquelarre, Far West… ; el d20 del D&D, el Pendragon o el Fading Suns (primigenio el primero; mismo dado, distinta religión los tres), los d6 del Star Wars de Joc o el Cazafantasmas

Hasta ahí más o menos lo normal: 3 o 4 sistemas de los que bebían los diferentes títulos, quitando curiosas excepciones como el Car Wars o el protominimalismo monetario del Príncipe Valiente (si no sabes de qué estoy hablando, quédate con que éramos pocos y bien avenidos)…

Después, a alguien le dio por romper un dado a ver qué había dentro y, una vez destapado el secreto, el mundo de los sistemas explotó: los tropecientos d10 del narrativo Mundo de Tinieblas, los 3d6 del GURPS el padre de las campanas, el artesanal Alkaendra, la gamberrada del Fanhunter, los 111 y 666 del In Nomine, la curiosa herejía porcentual del Unknown Armies, el terrorífico despertar del Kult, el creativo Ars Magica, la construcción modular del Aces&Eights, incluso el diario con cartas del novelado Castillo de Falkenstein, entre tantos y tantos otros (si de nuevo no sabes de qué hablo, quédate con que éramos pocos y parió la abuela). Había para todos los gustos, y la verdad que tenía su gracia: cada uno sacaba el suyo y se llevaba las reglas pa casa.

Y es que, aunque la realidad es que se puede jugar a lo que sea con cualquier sistema, en esta segunda tanda los numeritos tenían como objetivo extraer al máximo el jugo de cada juego. Entonces te dabas cuenta de que más o menos ya estaba antes, que un Cthulhu nos enseñó cómo perder la cabeza con puntos, el D&D nos permitía enfrentarnos con la epicidad del bicho más gordo jamás visto vencido por nuestra espada, y todos los que arrancamos con los porcentajes crecimos sabiendo que un resfriado mata, que los filos siempre cortan y mucho y que desenfundar un revólver podía disparar la concatenación de una pérdida y ficha nueva… Y entonces, ¿qué hacían los nuevos?, pues centrarse aun más en lo que querían para el juego: un sistema para un propósito o ambientación. Pasamos de tener un sistema para gobernarlos a todos al yo me lo guiso y yo me lo como.

Entonces, deliciosamente perdido en medio de aquel maremagnum de números, probabilidades, campanas y dados, me arranqué con el sistema de Hom-maC y, aunque no fuera el séptimo día, descansé.

Años después, regresé al rol con el Mouse Guard y esos ratones que seguían firmes sobre sus patas, pasara lo que pasara, pese a que todo era más grande, fuerte y peligroso, y saboreé el jugo del juego de una ambientación que me fascinó ya en los comics y con la que sigo tirando dados. Y, como ocurriera hace tiempo, empecé a ver otros lares, a picotear puntos Fate y ruedas llameantes (aunque me mantengo en la versión ratonil) y comprendí que si bien por un lado seguíamos con la búsqueda del único, también echamos manos del yo a lo mío con los recientes PBTA’s…

Al final, como suele ocurrir en esto del Rol, en lugar de soltar lo que hubo, incluimos lo nuevo; porque si algo tiene de bueno esto de fabricar con lo inmaterial, es que nada ocupa espacio (libros aparte) y que cada uno puede hacer lo que le salga del d2, d3, d4, d6, d8, d10, d12, d20 o de lo que realmente le plazca.

Y no deja de alucinarme lo que significa un sistema de reglas: construcción etérea que permite erigir en abstracto toda una serie de castillos en el aire de los que solo el que entra realmente a una mesa de juego puede disfrutar. Simulacionista, narrativo, temático, dirigista, grupal, ausente, omnipresente o simplemente una gamberrada, hablamos del esqueleto del juego: aquello que permite que nuestra historia crezca sobre la mesa, aquello que le da forma, color, sabor y aroma… Tan resistente como para aguantar mil y una improvisaciones; tan fugaz como para descomponerse en cuanto las mentes paran de imaginar.

Así pues, querido Evocador, seas más o menos flexible, esquemático, dirigista o innovador, comprende que el sistema es el esqueleto de esto que haces: la estructura, la base más primaria; y de lo que, dado que esto es Rol, podemos pasar en el mismo momento en que no nos cuadre, porque no hay rigidez en lo imaginado ni límites en lo etéreo.

Me gustan las llamas de esta hoguera… ¿Hace otro trago?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies