Siempre que hemos hablado de esto del rol, hemos comentado que no hace falta nada: apenas papel, lápiz y unos dados, pero puede tenerse mucho; si te pones, desde dados con cristalitos swarovski hasta “esas cositas que tienen una base de rafia y una especie de correa”, total por tener…
Personalmente no soy muy “quincallero”, pero todo rolero tiene una parte de urraca. Cuando un tema te apasiona no está de más tener algo relacionado: ayudas de juego, pantallas, módulos, camisetas, dados, etc., y ¿por qué no?, al fin y al cabo forma parte de ese tipo de caprichos que nos damos por gusto y que valen la pena si, una vez conseguidos, seguimos disfrutándolos con el tiempo.
Hace un par de años hablamos de los presentes para un rolero en general, pero hoy me viene a la mente la figura del Evocador o como quiera que lo llaméis por vuestros lares.
Todo Evocador suele tener uno o dos juegos en cuyo jugo encuentra el sabor apropiado. Una vez escogido/s, sus personajes, sus historias, su ambientación se entretejen con la del juego, creando algo nuevo. Esto es así con el rol más que con otras actividades, porque la imaginación y la creatividad van unidas a nuestra forma de hacer las cosas. Después de todo, en pocos sitios una tirada de dados ofrece tanta información como las hileras de unos y ceros de matrix.
Así, algo del tentacular primigenio o un símbolo arcano puesto en cualquier cosa que le sea de utilidad, invocará una sonrisa en el insondable rostro de un Evocador de La llamada de Cthulhu. Una estrella de sheriff activará el brillo letal de un Evocador del Far West o el Aces&Eights. Quizás unos dados diseñados ex profeso para ese juego de creación propia con que el Evocador os lleva dando guerra con o sin cuartel. Si el Evocador es del D&D, AD&D o RD&D2… ahí el trabajo está en elegir, porque la cantidad de opciones es abrumadora. Si el Evocador es del Fanhunter… bueno, en ese vórtice de “absurdez” e ida de olla cabemos todos, así que te toca investigar. Si es un Evocador del Mouse Guard, pues tira millas a lo vasto y salvaje, la naturaleza y lo medieval; desde sus dados especiales hasta un cuaderno en forma de códice que también despertará la imaginación (racional e irracional) de todo Evocador del Aquelarre.
Hace ya tiempo vi que David Petersen, sacó unas tazas para el Mouse Guard con el emblema de la Guardia; un acto muy friki a la vez que un guiño a todo rolero y a esas partidas en las que remojamos el gaznate entre tanto parloteo, en este caso como si estuviéramos en la misma Lockhaven. Pero lo que me llamó la atención no fue eso, no; sino el cómo y el dónde. Esas tazas se encargaron a una pareja de artesanos que se liaron la manta a la cabeza y montaron su propio estudio de alfarería donde, además de vender sus productos dan clases del arte de trabajar el barro; vamos, que tienen la arcilla en las venas. Y me pareció curioso que ahora que cada vez va todo más a lo grande, en serie, milimétrico y eficaz, se apueste por lo pequeño y artesanal donde cada objeto tiene su propia variación, veta o matiz (tenía que ser en Mouse Guard).
Y esto no te lo digo para que vayas envolviéndome una taza ni porque me pague el creador del mundo ratonil (aquí se viene gratis); sino porque también puede ser una buena idea acudir a algún artesano o fabricar algo con nuestras manos (o la tecnología si eres más artificial) para tener ese detalle que cae por estas fechas, simplemente porque nos acordamos de alguien: los roleros crean con la mente, pero también con las manos, echa un vistazo y verás: por ahí andan bolsas de dados, tapas de cuaderno repujadas, llaveros, colgantes, figuras y miríadas de cosas de todas esas cabezas pensantes que no pueden parar de crear.
Dale una vuelta, fabrica o compra algo creado personalmente, y si no se te ocurre nada o, simplemente no es lo tuyo, prepara una gran partida para ese otro que también se sienta en la mesa y no para de hablar; echar unos dados también puede ser un buen regalo.
Felices fiestas, Evocador, y brindis rolero: sorpresa, ilusión, descubrimiento y creación.