Cuando el calor nos da un respiro, oscurece la tierra y regresa el frescor y el olor a humedad, surge a ras de suelo, entre rocas y raíces, la alfombra verde del musgo de hoja.
Es una planta clorofílica no vascular, por lo que no puede distribuir agua y nutrientes por una estructura vertical. En su lugar tiene un sistema circulatorio más sencillo por el que puede mover savia y, en algunos casos, agua en horizontal. Justamente por eso mismo, por cubrir el suelo, se convierte junto a los líquenes en una de las primeras plantas colonizadoras, sobre todo en entornos abiertos y fríos donde la altura puede suponer la muerte.
Es un superviviente nato: puede parar su metabolismo en condiciones de sequía para poder reanudarlo después. Además tiene, junto al helecho, el honor de pertenecer a las plantas más antiguas; de hecho forma parte de ese paso crucial que se da del medio acuático al terrestre.
En los extremos de los caulidios (especie de ramas) se encuentran los órganos sexuales masculinos (anteridio) y femeninos (arquegonio). Al romperse el anteridio, este fecunda el arquegonio y genera las esporas que crearàn a su vez nuevas plantas.
Crecen en suelos, rocas y árboles; en zonas húmedas y con sombra. Se agarran con una especie de raicillas llamadas rizoides. En los árboles crecen de raíces que penetran en el suelo y se mantienen de la corteza exclusivamente con estolones; sin luz, sin poder captar nutrientes, sin agua del suelo y sin abastecerse tampoco del árbol. Capta el agua de la lluvia, el rocío o la niebla y la almacena. Además, crece en la zona inclinada del árbol donde hace una pequeña balsa y retiene el agua. También se alimenta de lo que hay en el aire que el árbol filtra y que cae por el tronco con el agua de lluvia.
De un total de 1100 especies, la Bryopsida es la clase que engloba al mayor número de musgos: el 95% de las especies.
Tradicionalmente ha sido utilizado como medio para averiguar dónde está el norte, ya que es en la parte más húmeda donde crece, por lo que puede reconocerse este punto cardinal en el lugar de los árboles y piedras donde crece con abundancia. Esto será así en zonas medianamente despejadas; en bosques densos, la multitud de árboles favorece la concentración de humedad y el musgo se extiende por todos lados. Además los musgos son buenos aliados en el cuidado del medio ambiente, ya que son excelentes indicadores de la contaminación atmosférica.
No obstante, si pensamos en la función principal del musgo, la más natural, tiene que ver ni más ni menos que con su capacidad colonizadora y superviviente, que le permite arraigar en suelos hostiles, mantener la humedad y generar un espacio verde que facilite el crecimiento de otras especies más grandes y complejas.