Los raíles relucían entre la bruma emborronada del calor del sol. Al fondo, un martilleo rítmico y continuo de metal hendiendo madera.
La máquina respiraba pausada con las entrañas ardientes y su amo esperaba el momento de continuar; pero una barrera, un trozo de mundo, se interponía entre él y su meta.
—Malas noticias, Mr. Gullingson, dura como la cara de un buhonero.
El hombre mantenía en la mano un pedazo de aquel coloso que debían agujerear.
—¡Maldita sea! Al otro lado de esa mole está nuestro destino.
—Los picos rebotan hasta abrir las muñecas; cuesta mucho trabajar.
—¿Dinamita?
—Se acabó. Nos queda solo nitroglicerina. Los hombres tienen miedo.
—¿Y los chinos?
—Hablan de marcharse. Dicen que han acabado lo pactado y temen algún derrumbe. Si pudiésemos apuntalar…
—No hay tiempo. Doblad turnos y usad el explosivo.
—Se oyen quejas, incluso de los que no se pueden marchar.
—Ofréceles tragos gratis al final de la jornada, olvidarán las penas y dormirán mejor.
Se escucharon los mazos el doble de tiempo, con fuerza y cierto toque triste: leve pausa tras el golpe. Pese a todo, el camino se abría y lo que parecía imposible empezaba a ser.
—Señor, hemos perdido a un hombre y hay dos heridos a causa de la nitroglicerina. Los chinos se van y muchos se marchan con ellos.
—Que se encarguen los irlandeses.
—No quieren.
—Dales más whisky.
—Se niegan igualmente.
—¡Joder! Firmaron un contrato allá en sus tierras… deben hacerlo.
Continuaron avanzando, centímetro a centímetro, con herramientas, sudor y sangre.
—Señor, se niegan. Dicen que se van.
—Estamos muy cerca. A punto de conseguirlo. No quiero oír nada; unos metros más y habremos hecho Historia. Vuelve allí y consíguelo como sea; ¿me oyes?, como sea…
Al día siguiente, al salir de su compartimento el Sr. Gullingson no encontró a nadie. Ni el ruido de metal hendiendo madera ni al Sr.Hudley. Todo desierto… tan solo un pico y una nota:
“Ánimo Sr. Gullingson, sentimos no poder acompañarle a eso de hacer Historia.”
Hudley & Cia.
Y cuentan que allí se quedó, sin poder contactar con nadie, a escasos centímetros de dura roca de su ansiado objetivo.