Jordi contreraS

Evoco contextoS

La naturaleza del rol

El rol marida con todo: pasado, presente o futuro; fantasía, ciencia ficción, terror, o el más alocado humor. Todo va bien en un caer de dados, pero algo a lo que le he dado vueltas desde hace mucho tiempo es a la relación del rol con la naturaleza.

Está claro que cualquier juego incorpora algo de naturaleza. Lo que yo buscaba era una implicación mayor: mayor inmersión natural. Ahí están los ejemplos de druidas, exploradores, recolectores, yerbateros, pastores y otras profesiones que hacen de la naturaleza su medio y hogar.

Mas si vamos al jugo del juego, hay algunos que beben savia y tienen lo verde en las venas. Me viene a la memoria un Blue Planet que ofrece una segunda oportunidad al ser humano y en el que lo natural casa a la perfección con lo tecnológico, hasta el punto de que podemos llevar animales racionales como delfines (había una serie al respecto) y en el que, como su nombre indica, el agua está en todos lados. Recuerdo, justo en el lado opuesto, el Dark Sun con su mundo desértico donde la vida es escasa y valiosa y donde la magia (el poder en definitiva) debe consumirla para hacerse efectiva; todo un puntazo de un frágil equilibrio tristemente condenado a desaparecer… o quizás no.

Ahí va mi Hom-maC, que tiene todo un mundo donde la naturaleza es casi sagrada, en oposición a un mundo artificial y tecnológico. Trata del dilema de formar parte del mundo o de construir otro al margen de este.

Y están los Guardianes del Mouse Guard para los que, una vez en camino, la naturaleza es mucho más que algo para observar: enorme, maravillosa y feraz; fuente de alimento, refugio y peligro. Conforme mejor se desenvuelven, mejor la conocen y la aprecian, acabando por aprender a vivir en ella, en lugar de permanecer resguardados entre los muros seguros de los asentamientos.

Y es que los dados pueden tener raíces. Si el rol es una ventana común a nuestras mentes, si visualizamos las historias que jugamos, ese proceso de inmersión puede abrirnos las puertas de un mundo primigenio, arbóreo, y repleto de vida. Algo a la vez tan impresionante, desafiante y familiar como el espacio surcado por nuestras naves, los oscuros pasillos de una mazmorra o las iluminadas calles de una gran ciudad.

El bosque es a la vez amenaza terrible y refugio. A veces alberga zonas oscuras y retorcidas con terrores antediluvianos, cuya mirada es imposible de soportar. A veces es hogar de unos y último recurso de otros.

También está esa Frontera del salvaje oeste, gigantesca y hostil en la que solo algunos aprenden a vivir, mezclándose con el entorno y aprendiendo de los que ya son uno con la tierra: piel cobriza tallada en la roca, resistentes, ágiles y vinculados al territorio.

Hace tiempo pensé en el rol y la naturaleza y llegué a la conclusión de que ambos crecen bien de la mano, que juntos hacen crepitar buenas historias sobre la mesa y que si ese escenario que vivimos sobre la mesa puede reconocerse al día siguiente con un paseo: es una de las ambientaciones a la vez más realista y fértil que hay.

Así que, si quieres, a la siguiente partida que montes, mete dados y plantas y deja que crezca algo sobre la mesa.

Fértil partida, Evocador.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies