Azul claro en el cielo, bocanada de aire y regresa al suelo: tierra fresca y espigas quebradas bajo la cara.
Busca a los ancestros y la calma en el pequeño saquito de medicina. Respira leve y clava una lanza de silencio que lo conecta a todo lo que hay alrededor: insectos que cortan el calor, aroma amargo y el viento atravesando la pradera.
Entonces ocurre: un gesto, un grito y todo arranca. Una única fuerza tensa todos los músculos, empuña fuerte el tomahawk e invoca el valor en la garganta.
De un salto entra en la senda del guerrero junto a sus hermanos. Ya no hay razón, futuro ni objetivo; solo ruge una última vez en busca de sangre y venganza; muerte sobre las tierras en las que vivía, que nunca fueron suyas ni de nadie.