Llega otro año. Otro tiempo de búsquedas y de conexión; de echar raíces más hondas y fuertes en un espacio que, al conocerlo, percibo cada vez más como mío.
Cada nueva planta del herbario es otro punto de conexión con el monte; una sorpresa, una raíz que alimento con cada búsqueda e imagen: inicios, flores, frutos y muerte.
Raíces que reparo cuando descubro algún error, que cuido cuando las estudio y que genero cuando observo un nuevo ejemplar
Esas raíces conectan con el ecosistema e informan de los cambios que efectúa para crecer y vivir. Cambios que nunca dejan de sorprender.
Como ahora, por ejemplo… cuando, en este tiempo de muerte invernal, mientras todo el mundo duerme, el bosque mediterráneo sigue creciendo.
Porque aquí, más que en ningún otro sitio… el fin es el principio.
Así que, ¡¡feliz año!!
Que en este 2022 los únicos brotes surjan de la tierra.