Querido/a Evocador/a.
Eso que tienes al lado, eso con números y colores a veces imposibles, es un cartucho de dinamita en medio de la mesa: la explosión de todo un fragmento de partida.
Pero eso es solo al final. Antes necesita el tiempo adecuado para madurar.
Es el tiempo que nos lleva imaginar las consecuencias de llevarnos ese meteorito por delante; el que hay justo antes de sobornar al tipo de la puerta, capaz de rompernos las piernas con el meñique; el que conlleva el riesgo de acercarse a dar el último golpe; el de escoger el único camino correcto de vuelta a la Guardia; el de comprender sin mandar la cordura a bailar con los primigenios; el de probar ese último truquito sin que salte lo verde… es el tiempo de las miradas y la mano al desenfundar.
Demasiado pronto no vale la pena; demasiado tarde ya no importa.
Es entonces, tras ese estadio que va desde el brote de la intriga hasta la caída seca de la indecisión, el momento óptimo para cogerlo, hacerlo rodar sobre la mesa y que salga el resultado con todos sus nutrientes.
Si bueno, que sepa sabroso;
si malo, que no quede sino escupir.
Buena partida y magníficas tiradas.