A primera vista, el espárrago triguero enmaraña sus ramas al abrigo de plantas más grandes, en formaciones planas cubiertas de pequeñas espinas con toques leves de amarillo al llegar el final del verano y del negro brillante de sus frutos.
Se trata de un arbusto perenne, muy trepador, de hasta 2m de altura, tallos leñosos, rizoma grueso, corto y carnoso del que surgen los nuevos tallos, de 2 a 5mm de diámetro, papilosos, verdes-glaucos que tornan al gris con la vejez, y que producen numerosas ramas con porte de liana.
Se encuentra en zonas claras, cerca de pinos, algarrobos y otros árboles y plantas de mayor altura, al abrigo de su sombra.
Sus hojas son pequeñas, estrechas y escamosas, y están acompañadas de gran cantidad de pequeños cladodios verde oscuros (extensiones de las ramas de 2-8 x 0,2-0,6mm, en fascículos de 3, triangulares con una banda parduzca y estrechos márgenes, que terminan en espinas rígidas y fuertes de 5mm y hacen las funciones de las hojas) cubren casi toda la planta.
De julio a octubre genera sus flores amarillas, pedunculadas, ligeramente aromáticas, hermafroditas o unisexuales en fascículos de 1 a 2 y pedicelos de 3 a 7mm, contenidas por lo general en la mitad superior.
Sus frutos son bayas esféricas negras tóxicas con la semilla en su interior.
Ya en Egipto, Grecia y Roma se cultivaban para consumir sus brotes tiernos y aunque perdió relevancia en torno a la edad media, volvió a valorarse en torno al siglo XVII.
El término latino Asparagus proviene del griego aspharagos y significa brote joven o tierno.
El epíteto triguero proviene de la facilidad de hallarlo en los campos de trigo y otros cereales; algo que cambió al sustituir el arado romano por el tractor.
Su principal uso es el gastronómico. Valorado por su sabor silvestre, ligeramente amargo, se consume en tortilla, revuelto o como ingrediente de rellenos, pero también frito o a la plancha como acompañamiento de carnes, pescados o junto a más verduras. Además presenta propiedades diuréticas, depurativas, hipotensoras y laxantes.