Podríamos haber dado media vuelta a la primera.
Podríamos haber ido a otro lugar.
Podríamos haber abandonado a la segunda o la tercera.
Pero seguimos.
Porque sabíamos de quién disparaba los avisos y sus intenciones.
Porque esto es nuestro y da igual si perdemos mejores oportunidades.
Porque quien espera que le ofrezcan, acaba dependiendo.
Y… bueno,
¡qué demonios!
Porque después de llegar sin nada y hundirnos hondo hasta arraigar, como todo cuanto crece por estas tierras…
Nos da la real gana.