Veterans Rules es un comando de la Resistencia que hace tiempo decidió que todo aquel que se acerque a la centuria o la sobrepase es un activo valioso para las filas antipapales (a ver, la cosa salió como una apuesta venida arriba después de tomarse medio vaso de orujo y 3 guindillas peleonas)… mira tú por donde, funcionó.
El objetivo era aprender todo lo que quisieran enseñar los antediluvianos. (Partiendo de que han vivido mucho y charran por los codos… no podía fallar).
El primer contacto fue en la antigua residencia Segunda juventud, ahora llamada Cócun, donde contactaron con Tiburcio González Boticario. Aquella primera visita fue a las mil maravillas; los agüelos estaban amuermaos con las restricciones de ocio del Papa Alejo y la llegada de aquellos chavales rarunos les dio vidilla.
Los vejetes contaban su experiencia en la Guerra de la Independencia, la de Sucesión, la Civil, la Incivil, la Fría, la Templadita, la Segunda, la Primera y la 2.0, la de los 30 años y la de solo un Ratito, entre otras. En algunas estuvieron, en otras no, pero todas servían porque las contaban gallato en mano y voz en grito, con unas ganas que ya las quisieran para sí los de “Jolibú”.
La Resistencia aprendió tácticas de guerrilla, aprovechamiento de recursos, resistir achaques y piedras de vesícula como balas de cañón, la cuenta de la vieja, confeccionar chaquetas con encaje de bolillos, zurcir calcetines irrompibles, vigilar obras, cabezonería nivel dios y colarse en la cola del pan, entre otras muchas artes viejiles. Pero sobretodo descubrieron unas ganas que ya las quisiera para sí más de un chaval.
A cambio la Resistencia movió los pocos hilos de que disponía y reabrieron una fábrica clandestina de “Furnié” para fabricar naipes a mansalva (más de un jugón de nueva generación alucinó pepinillos con la versatilidad de esas barajillas no coleccionables, incluso hubo quien se lió la manta en la cabeza y empezó a pergeñar un Magic por parejas llamado Magic-Truc).
Poco a poco más residencias fueron uniéndose y como la primera (Cocún) cambiaron su nombre a un tono más friki de forma que dieran una pista de cuáles eran aliadas. Así nacieron:
-Cocún (donde tuvo lugar el primer contacto con la Resistencia)
-La Tercera Era (situada en un enclave muy chulo, de momento apartado de todo)
-Encuentros en la 3a fase (ubicada en un polígono del este peninsular)
-Fangor (sita en un lodazal de la warzone Barnaciteña)
-La Senda de los Antiguos (situada en la sabana mesetaria).
-P&B: Pantunflas y Babuchas (esta mantuvo el nombre original porque es la única que ya tenía club de rol integrado)
–Las Primigenias (la más añeja de todas, con solera y pundonor)
Y eso solo fue el principio, ya que Veterans Rules visitaron todas las zonas de actividad viejil: parques con patos, obras, zonas de petanca, banquitos de la calle y aceras estrechas para estar a la fresca.
Poco a poco en todos esos lugares se fueron reintroduciendo de forma clandestina: naipes, parchises, juegos de la oca, ajedreces, rumicupes, dominoes, pelis de vaqueros y hasta patrones de puntos de cruz con símbolos de la Alianza Rebelde.
Y los yayos, que se mueven lento pero no despacito, sin pedir permiso ni na, ya que a esas alturas de la vida haces lo que te sale de la narices, se unieron a la fiesta. Poco a poco surgieron comandos de la Resistencia integrados por estos d100: desde el grupo de élite conocido como Las 7 maravillas de la antigüedad, hasta otros como el Regimiento Matusalén, Mensajeras de Balcón, Comando Chinchón, Horizontes Granados o Jerseys de Acero, entre otros.
Se hicieron también grupos mixtos y el comando Veterans Rules la flipó en colores y les dieron un trofeo muy chulo con forma de galleta maría sobre un vaso de esos transparentes de café con leche de toda la vida que, por supuesto, compartieron con la yayada y que hoy en día puede verse en la residencia Cocún donde empezó todo el cotarro.