Quincy’s mine
Dio dos golpes más, ya sin fuerzas, de pura rabia y con un crujido el mango se partió en dos. Echó los restos a un lado: dos picos rotos, un cedazo medio suelto y el alma sedienta de tanto esperar. Maldijo el día que llegó a aquel lugar: los primeros hallazgos, el brillo dorado que […]