Balas: Mae y Tim
Estaban bajo el porche: manos sobre barandilla y ojos en el horizonte. —Fue poco antes de que muriera. Yo le cuidaba y me contó por qué las balas no podían dañarle. —Pero si tú empezaste a trabajar para el ejército en el 83… Media sonrisa apareció en su rostro. —Vale, olvida a Caballo Loco. Lo […]