Arribada

Veia las puntas de sus botas hiriendo el polvo amarillento. Ahorraba el resuello con la codicia de quien no sabe cuándo llegará el descanso. El sol irradiaba implacable y la arena respondía su ataque; él en medio, como si alguien hubiera prendido una hoguera en el mismísimo infierno. Ya no recordaba su montura. Su mano […]