Se levantaba con el sol como todos los días.
Café amargo, aire fresco y algo que hacer afuera.
A veces pasaban las horas hasta que el sol brillaba en lo alto y olía a comida recién hecha. Entonces, revivía el rostro con agua fresca, se estiraba grande como una montaña y caminaba feliz.
A veces las cosas se complicaban.
A veces se torcían, como cuando llegó R.R.
Pero salía adelante porque al final, por muchos R.R. que llegaran, siempre se levantaba con el sol, se estiraba grande como una montaña y caminaba feliz.