Al alba, con sus coronas blancas, entre hojas escarchadas y gotas de rocío, brota el aroma amargo e intenso del marrubio.
Se trata de una planta herbácea de la familia de las Lamiaceae de base leñosa, olor fuerte y aromático y tallo ramificado, con pilosidad más o menos densa y grisácea.
Crece en márgenes de bancales, en suelos alterados y nitrificados hasta alcanzar los 20-50cm.
Sus hojas son opuestas, pecioladas, anchas y ovadas, de ápice redondeado, peludas, con fuerte rugosidad en el haz, casi parecen agrietadas, y marcados nervios en el envés.
De abril a septiembre surgen sus inflorescencias en verticilos globulares de garganta muy pelosa de entre 6 y 12 dientes ganchudos. Sus flores son blanquecinas o color crema y bilabiadas, el labio superior es bífido y el inferior trilabiado, siendo el central el más largo.
Sus frutos describen una forma ovoide y están punteados en castaño oscuro o negruzco.
El término latino Marrubium proviene a su vez del hebreo mar (amargo) y rob (jugo).
El epíteto vulgare proviene del latín (común).
El sabor amargo característico de la planta le ofrece propiedades aperitivas y digestivas; aunque también presenta cualidades balsámicas, expectorantes, diuréticas, así como para tratar resfriados, gripes y dificultades respiratorias. No obstante, si uso excesivo puede presentar problemas cardíacos, alteración del ciclo menstrual, de igual modo que debería evitarse en caso de gastritis o úlcera.