Jordi contreraS

Evoco contextoS

El toque

Hacer un personaje es un paso importante; al fin y al cabo estás creando al ser que vas a interpretar. Vale la pena tomarte tu tiempo y darle un par de vueltas, pero no me refiero a pensar qué tipo vas a escoger, sino más bien en cómo va a ser.

Todos tenemos nuestras preferencias, pero un buen personaje, para mí que soy temático hasta la médula, se reconoce porque es creíble, porque pesa, porque da tono y vida a esa historia que construimos entre todos sobre la mesa. Tiene algo que decir, como los buenos diálogos en que ambas partes tienen razón y, aunque tengas clara tu posición, la réplica te deja pensando o mordiéndote con rabia el labio inferior.

No se trata de tener el mejor combo para hacer más daño o conseguir los mejores logros de su clase, arquetipo o profesión: se trata de que con él la historia gane. Ubícalo en el mundo que quieras, desempeñando la labor que sea, pero hazlo único; a veces esto no significa hacer lo nunca visto; a veces simplemente se trata de darle un ligero toque, algo sutil; solo un matiz que, aunque no ayude en la suma de puntuaciones, sí lo hace en la historia común.

Haz el personaje, ya sea un friki de la resistencia que, como un nuevo Perceval, anda en busca del juego de dados de Gygax, un ángel o demonio con más ganas de Tierra que de cielo o infierno, un investigador a punto de pasar frío en el ártico, un druida reconstruyendo su entorno, un abogado que desde cierto incidente busca desesperado esa maldita entrada a metrópolis, un tahur decidido a jugar su última partida o un ratón de la Guardia que prefiere vivir en el vértigo del camino a encerrarse entre los muros de las poblaciones. Ya puestos, hasta un simple clon entre mutantes, puede ser auténtico (eso sí, sin que se entere el ordenador). Para todo eso hay que ir un poco más allá de las puntuaciones y hacer una ofrenda temporal a esos rasgos de caracter, esa historia previa, los gustos y preferencias o cualquier otro dato cualitativo que cuenta más que suma o mide.

Al final da igual cómo, pero preocúpate de darle el toque y cuando tome tu consciencia al estar sobre la mesa, te devolverá el favor.

Si, aún así, llegado el momento, no sabes cómo, tampoco desafallezcas. Si algo no está puesto en una actividad tan cambiante como esta, acabará tomando forma. Si no me crees, vuelve al último personaje que llevaste durante varias partidas; fuera tuyo o pregenerado, seguro que acabó trascendiendo más allá de los números del papel y acabó creando su propia esencia.

Feliz partida y buen traje.

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