Jordi contreraS

Evoco contextoS

De visita

Hace pocos días estuve en el sureste de La Mancha, en un lugar de cuyo nombre quiero acordarme.

Planté el pie con los primeros fríos tímidos, sobre alfombra de hojas secas, acompañado por el rumor del río Mundo.

Cruzo las aguas y veo como, junto a la humedad, arraigan zarzas, juncos y altos y espigados álamos, envueltos en llamaradas de naranjas otoñales.

Veo retoños de robles. Paso junto a olmos de troncos fuertes y copas abiertas. Y al pie de apretadas encinas pardas, “humildad y fortaleza!” que decía el poeta, se alzan los tallos leñosos y retorcidos del romero que me recuerdan a casa, mientras la aromática salvia se aferra a las laderas bajo los colosos oscuros de hojas largas y duras, piñas grandes y pinchudas y resina abundante del pinus pinastre.

Fue una estancia corta, apenas tres asaltos en el amanecer del día, que dejaron buenos frutos con semillas y el silbido entre las hojas del ansia del regreso.

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