En un verde tormentoso, sobre tallos enhiestos, flotan las islas blancas de los capellanes, bàbol o mastuerzo oriental.
Se trata de una planta de la familia de las crucíferas, perenne y herbácea, que crece en cultivos, bordes del camino y tierras alteradas.
Sus tallos, carnosos y cubiertos de una vellosidad blancuzca, se alzan entre 20 y 60cm.
Todas sus hojas presentan la misma vellosidad blancuzca que los tallos y un margen dentado. A ras de suelo se encuentran las hojas basales (inferiores), de forma obovada y base cuneada. Las caulinares (superiores), carentes de peciolo, se abrazan directamente al tallo.
De marzo a junio surgen, de la parte terminal de los tallos, sus inflorescencias, abriéndose en múltiples ramificaciones hasta que crean una amplia superficie, más o menos plana, del tono blanco de sus pequeñas flores olorosas, de estambres prominentes y grupos de cuatro pétalos ampliamente ovados, como si hubieran sido aplastados en el extremo con las yemas de los dedos.
Su fruto tiene una forma característica de corazón, con un extremo puntiagudo para agarrarse a los animales.
El término Cardaria proviene del griego (corazón) en referencia a la forma del fruto.
El epíteto draba proviene del griego (acre) y es el adjetivo utilizado por Dioscórides para describir el sabor de sus hojas.
También llamado Lepidium draba, el bàbol es originario del sureste de la Europa mediterránea, de ahí que también sea conocido como mastuerzo oriental, pese a que hoy en día se encuentra en multitud de tierras, llegando a estar presente hasta en Finlandia.
Dada su adaptación, esta planta es una aliada de tierras de suelos pobres, ofreciendo esa primera avanzadilla de vegetación.
Por otro lado, se ha utilizado por sus propiedades diuréticas y en gastronomía, usando sus semillas como sustituto de la pimienta.
