Cada vez que juegas al rol, no deja de llamar la atención cómo, una vez hecha la inmersión, ese pacto ficcional, cuesta distinguir al veterano del novel.
Indudablemente el primero tiene más recursos, estrategias y formas de aprovechar el sistema; pero eso es en la parte fría y externa, aquella en la que sigues presente en la mesa. En la otra, la abstracta, donde se construye la historia, más que el conocimiento y las reglas, prima visualizar lo que ocurre, sentirlo y formar parte de ello; es en ese espacio donde se esgrimen las ganas.
Y ese es quizás el principal argumento de que no hace falta mucho para jugar a esto del rol.
A la hora de entrar en Matrix, de emocionarse con una huida, un combate, una investigación o incluso esa discusión que se acaba librando más en el campo de la interpretación que en el de las reglas y mecánicas, los ojos se iluminan, se avivan los ánimos y las interpretaciones surgen de forma natural cobrando más fuerza.
Aunque no todos sepan sacar el máximo provecho a tal o cual situación, aquellos que están jugando a rol, simplemente lo viven y, lo más importante: ganen, evolucionen o pierdan… pasan un buen rato.
Un saludo y feliz partida, Evocador.