Algo que siempre me ha gustado de esto es que no hace falta nada para jugar: apenas unos dados, papel y lápiz… incluso en algún momento hemos tirado millas sin ni siquiera eso y ha ido bien.
El tablero de verdad ocurre en las mentes y la partida se crea entre todos.
Esa sencillez, esa limpieza, el cómo con nada se puede crear, es un aspecto que me fascina del rol y que, creo, se puede aprovechar para otros muchos aspectos de naturaleza creativa.
Pero el hecho de que a uno le tire esa creación etérea, esa construcción fluida que se comporta encima de la mesa como un fuego que alimentamos todos, no niega que hay otros medios, otras formas y, tal y como ocurre con los dados, también aspectos en los que invertir.
A veces nos es difícil generar las imágenes de la nada y recurrimos a figuras que proyecten las sombras al final de la caverna. O quizás es que nos gusta ver al personaje representado sobre la mesa, ya sea en dibujo, vídeo o miniatura.
En ocasiones, se trata de atrezzo utilizado por los jugadores para facilitar la inmersión. Puede que sobre la mesa se despliegue toda una escenografía con miniaturas sobre la que tejer la historia, o bien sea un entorno virtual el encargado de reproducir tiradas y tablero, pudiendo añadir las opciones que consideremos necesarias sobre la marcha.
Como ya digo, personalmente prefiero el aspecto curioso y creativo de la imaginación en crudo; porque aunque a veces sea más complicado, una vez arranca, las posibilidades son mucho más amplias y no está limitado por la naturaleza de ningún soporte.
No obstante, debo reconocer que hay auténticas obras de arte e ideas geniales que ofrecen ese tono vivo de las buenas especias: reproducciones de pueblos enteros, mapas tan detallados que es muy fácil imaginarse con un pie en la Tierra Media, tazas de algo caliente en un frío día de otoño y una buena cena para celebrar la Festo de Vintro o para volver a la vida después de un duro día de acarrear ganado.
Y es que al final también funcionan las cosas sencillas: recortes de prensa, billetes, notas u objetos pequeños: meros focos que tienen como objetivo conectar con la partida y reforzar el ensueño.
Así que, sea a pelo o en buena silla de montar… feliz cabalgada y que dejen huella los dados.