No te apagues.
Que la vida te da golpes está más que visto.
Cualquier torrente, por desastroso que sea, pierde su fuerza con la rutina.
No te quedes en el gris.
Porque quien es iluso en la tormenta, pisa firme sobre las nubes.
Así que no te apagues.
Que el árbol siga siendo columna.
Que la cuchara contenga todo el color del plato.
Y que esos ojos, pese a tener arrugas, brillen como siempre:
como nunca.