
Llegan las lluvias y el viento fresco.
Bebe la tierra,
perlas de rocío perenne.
Se oscurece el cielo.
Surgen ocres, pardos y puntas de verde vivo.
Mantos de acículas cubren la tierra: rojo calmo y terroso para el suelo, rojo vivo para algarrobos y lentiscos.
Suena tranquilo el bosque mediterráneo, recuperándose del agostamiento estival.
Algo dentro de todo, muere por un lado;
mientras, por otro,
late.