Ayer vi una taza.
Nada especial ni recargado; nada fuera de lo normal. Un objeto de líneas simples, color uniforme y mensaje en suave relieve: lo justo para que no desaparezca al trasegar.
Proclamaba “Easy” y aunque hubiera preferido un “Simple”, anglosajón también pero más “sencillo”, el tema sigue siendo, como en el caso de la cerámica: natural, ligero, elemental…
Y aún así, o quizás gracias a eso, transmite la sensación de buena manufactura: forma, tamaño, peso, línea y confección; nada estrambótico, aplicado ni superpuesto; sin grandes motivos rocambolescos: mensaje claro, bien anclado al material.
No la compré porque ya tengo en casa (y sitio para una en espera), pero me dejó eco en el cielo del paladar: la idea persistente de que ocurre lo mismo con textos, dibujos, relaciones personales u objetos, donde se mantiene el magnífico cuarteto: Natural, Honesto, Simple, Deliberado y, en este mundo de datos, añadiría Artesanal.
Al final, si no necesitamos mucho, es preferible que aquello que tengamos sea poco: sea bueno; y, ante todo, algo que queramos de verdad.